jueves, 26 de febrero de 2015

Definiendo la animación sociocultural.


En la pasada clase del día 11 de febrero de programas de acción sociocultural y educativa volvimos al tema 2, para analizar el concepto de animación sociocultural.

De la misma forma que en la pasada clase, donde analizamos en el tema 3 el concepto de cultura, el primer paso fue establecer una definición. Para ello, contamos con unos datos previos sobre el concepto, como que es un término que surge a finales de la década de los 70 en Europa, de la mano del concepto de democracia cultural, definida como el fomento como derecho de la participación de los ciudadanos en la cultura. Ante este fomento de la participación, surge la necesidad de una persona que fomente dicha participación de los ciudadanos en la cultura, dando pie a la creación de la figura del animador.

A continuación, analizamos las diferentes formas de aproximarnos a este concepto.
Por una parte, podemos entender la animación sociocultural como una acción o actuación, siendo así, según Besnard (1988), una acción, dentro de un grupo o sobre él, que está encaminada a desarrollar la comunicación y a estructurar la vida social, recurriendo a métodos semidirectivos, tratándose de un método de integración o participación. Cabe destacar también en esta acepción la aportación de Trilla (1997), que define en esta línea la animación sociocultural como “el conjunto de acciones realizadas por individuos, grupos o instituciones sobre una comunidad (o un sector de la misma) y en el marco de un territorio concreto, con el propósito principal de promover en sus miembros una actitud de participación activa en el proceso de su propio desarrollo tanto social como cultural”. Por su parte, Barrado, J.M. añade que se trata de una actuación crítica, libre y transformadora de la sociedad, cuyo objetivo es llegar a que los pueblos sean los protagonistas de su propia cultura, generando procesos de participación y llegando a recuperar las señas de identidad, abrir cauces a la creatividad, crear espacios culturales y transformar el medio.

Otra de las acepciones trabajadas en clase es la de la animación sociocultural como actividad práctica, visón que, para la UNESCO, tiene como finalidad estimular la iniciativa y la participación de las comunidades en el proceso de su propio desarrollo y en la dinámica global de la vida sociopolítica en la que están integrados.

En cuanto a la visión relacionada con la educación no formal, Catalá R. y Carbó O. (1991) afirman que la animación sociocultural tiene un claro carácter educativo y formativo, aunque de forma diferenciada con la acción educativa institucionalizada, por lo que la situamos en el marco de la educación no formal.

Puede entenderse también la animación sociocultural como un proceso, que surge en el interior de los grupos sociales, que generan cultura a partir de la participación activa de sus miembros, como aporta Viché, M. (1989).

                Por último, otra de las visiones que comprende el término de animación sociocultural es la de definirla como una metodología, como indica Ventosa, V. “un modelo de intervención dirigido a desarrollar procesos autoorganizativos individuales y colectivos de carácter social, cultural y educativo, a través de una metodología activa, creativa y participativa.

                Contempladas todas las visiones en cuanto a la definición del concepto, existen también una serie de características que prioriza la animación sociocultural, que según de la Riva, F. (1986) son:

1.      La comunicación y la participación cómo ámbito, instrumento, lenguaje y eje del proceso de desarrollo social y cultural.
2.      Al grupo, a los grupos o colectivos y comunidades sociales y, dentro de estos, a aquellos segmentos que tienen mayores barreras para la participación.
3.      La libertad y la iniciativa propia de los grupos por encima de intervenciones externas. El objetivo consiste en conseguir que los grupos o colectivos desarrollen sus propias alternativas y soluciones a sus problemas y necesidades.
4.      Los métodos activos, creativos, dinámicos y experienciales.
5.      Los procesos estables, permanentes y direccionales frente a las acciones puntuales.
6.      La vinculación de los procesos a los problemas, necesidades y situaciones de los protagonistas reales (cada grupo) y del medio donde se desenvuelven estos (cada realidad).
7.      Tiende permanentemente a la definición de los procesos en proyectos de actuación, de intervención en la realidad con el objetivo de transformarla.

Cabe destacar también, dentro de la definición del término, la aportación de Gillet, J.C. que aboga por una animación como praxis, considerándola como una actuación, cono decir que existe verosimilitud en este concepto de animación una intención de cambio social. Una praxis es una práctica consciente de ella misma y pretende con razón comedida hacer atravesar las fronteras de la teoría y de la práctica en un proceso dialéctico y circular, en una tensión permanente, supuestamente creadora.
La animación es lo que permite a individuos y a grupos, a través de diferentes actividades que implican, aumentar, aunque sea de forma microscópica, su esfera de autonomía, de libertad, de creatividad y de expresividad. Se trata de una acción que no se mide con la regla ni el compás, sino con la calidad, más concretamente con la mejora de la calidad de vida que ella hace posible.

En lo que respecta a las función es del animador, cabe destacar  la función de producción, que consiste en concebir al animador como un agente de producción, que permiten al grupo crear, realizar, elaborar, fabricar, etc. Por otro lado, la función de facilitación abarca aspectos de organización, planificación, estimulación, clarificación, coordinación, intercambio y confrontación. Por último, la función de elucidación es la de liberación de la palabra, de la búsqueda y de la reflexión sobre los sentimientos, velados a veces detrás de la producción efectuada.


Finalmente, comparamos dos modelos de animación sociocultural, el modelo consumista, que contempla la actividad como hacer, el participante como agente, el tiempo como programa, es instituido, el vínculo social como socialización, la estrategia como consenso y la filosofía práctica, y el de transferencia, que contempla el hacer como acción, el participante como actor, el tiempo como proyecto, es instituidor, el vínculo social como sociabilidad, la estrategia como conflicto y la filosofía como praxis.

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