En la pasada clase del día 11 de
febrero de programas de acción sociocultural y educativa volvimos al tema 2,
para analizar el concepto de animación sociocultural.
De la misma forma que en la
pasada clase, donde analizamos en el tema 3 el concepto de cultura, el primer
paso fue establecer una definición. Para ello, contamos con unos datos previos
sobre el concepto, como que es un término que surge a finales de la década de
los 70 en Europa, de la mano del concepto de democracia cultural, definida como
el fomento como derecho de la participación de los ciudadanos en la cultura.
Ante este fomento de la participación, surge la necesidad de una persona que
fomente dicha participación de los ciudadanos en la cultura, dando pie a la
creación de la figura del animador.
A continuación, analizamos las
diferentes formas de aproximarnos a este concepto.
Por una parte, podemos entender
la animación sociocultural como una acción o actuación, siendo así, según
Besnard (1988), una acción, dentro de un grupo o sobre él, que está encaminada
a desarrollar la comunicación y a estructurar la vida social, recurriendo a
métodos semidirectivos, tratándose de un método de integración o participación.
Cabe destacar también en esta acepción la aportación de Trilla (1997), que
define en esta línea la animación sociocultural como “el conjunto de acciones
realizadas por individuos, grupos o instituciones sobre una comunidad (o un
sector de la misma) y en el marco de un territorio concreto, con el propósito
principal de promover en sus miembros una actitud de participación activa en el
proceso de su propio desarrollo tanto social como cultural”. Por su parte,
Barrado, J.M. añade que se trata de una actuación crítica, libre y
transformadora de la sociedad, cuyo objetivo es llegar a que los pueblos sean
los protagonistas de su propia cultura, generando procesos de participación y
llegando a recuperar las señas de identidad, abrir cauces a la creatividad,
crear espacios culturales y transformar el medio.
Otra de las acepciones trabajadas
en clase es la de la animación sociocultural como actividad práctica, visón
que, para la UNESCO, tiene como finalidad estimular la iniciativa y la
participación de las comunidades en el proceso de su propio desarrollo y en la
dinámica global de la vida sociopolítica en la que están integrados.
En cuanto a la visión relacionada
con la educación no formal, Catalá R. y Carbó O. (1991) afirman que la
animación sociocultural tiene un claro carácter educativo y formativo, aunque
de forma diferenciada con la acción educativa institucionalizada, por lo que la
situamos en el marco de la educación no formal.
Puede entenderse también la
animación sociocultural como un proceso, que surge en el interior de los grupos
sociales, que generan cultura a partir de la participación activa de sus
miembros, como aporta Viché, M. (1989).
Por
último, otra de las visiones que comprende el término de animación
sociocultural es la de definirla como una metodología, como indica Ventosa, V. “un
modelo de intervención dirigido a desarrollar procesos autoorganizativos
individuales y colectivos de carácter social, cultural y educativo, a través de
una metodología activa, creativa y participativa.
Contempladas
todas las visiones en cuanto a la definición del concepto, existen también una
serie de características que prioriza la animación sociocultural, que según de
la Riva, F. (1986) son:
1. La
comunicación y la participación cómo ámbito, instrumento, lenguaje y eje del
proceso de desarrollo social y cultural.
2. Al
grupo, a los grupos o colectivos y comunidades sociales y, dentro de estos, a
aquellos segmentos que tienen mayores barreras para la participación.
3. La
libertad y la iniciativa propia de los grupos por encima de intervenciones
externas. El objetivo consiste en conseguir que los grupos o colectivos
desarrollen sus propias alternativas y soluciones a sus problemas y
necesidades.
4. Los
métodos activos, creativos, dinámicos y experienciales.
5. Los
procesos estables, permanentes y direccionales frente a las acciones puntuales.
6. La
vinculación de los procesos a los problemas, necesidades y situaciones de los
protagonistas reales (cada grupo) y del medio donde se desenvuelven estos (cada
realidad).
7. Tiende
permanentemente a la definición de los procesos en proyectos de actuación, de
intervención en la realidad con el objetivo de transformarla.
Cabe destacar también, dentro de la definición del término,
la aportación de Gillet, J.C. que aboga por una animación como praxis,
considerándola como una actuación, cono decir que existe verosimilitud
en este concepto de animación una intención de cambio social. Una praxis es una
práctica consciente de ella misma y pretende con razón comedida hacer atravesar
las fronteras de la teoría y de la práctica en un proceso dialéctico y
circular, en una tensión permanente, supuestamente creadora.
La animación es lo que permite a individuos y a
grupos, a través de diferentes actividades que implican, aumentar, aunque sea
de forma microscópica, su esfera de autonomía, de libertad, de creatividad y de
expresividad. Se trata de una acción que no se mide con la regla ni el compás,
sino con la calidad, más concretamente con la mejora de la calidad de vida que
ella hace posible.
En lo que respecta a las función es del animador,
cabe destacar la función de producción,
que consiste en concebir al animador como un agente de producción, que permiten
al grupo crear, realizar, elaborar, fabricar, etc. Por otro lado, la función de
facilitación abarca aspectos de organización, planificación, estimulación,
clarificación, coordinación, intercambio y confrontación. Por último, la
función de elucidación es la de liberación de la palabra, de la búsqueda y de
la reflexión sobre los sentimientos, velados a veces detrás de la producción
efectuada.
Finalmente, comparamos dos modelos de animación
sociocultural, el modelo consumista, que contempla la actividad como hacer, el
participante como agente, el tiempo como programa, es instituido, el vínculo
social como socialización, la estrategia como consenso y la filosofía práctica,
y el de transferencia, que contempla el hacer como acción, el participante como
actor, el tiempo como proyecto, es instituidor, el vínculo social como
sociabilidad, la estrategia como conflicto y la filosofía como praxis.
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